Me falta poco para concluir este trabajo de biografías o semblanzas de artistas puertorriqueños. Considero sería una injusticia no incluir las semblanzas de José Antonio Salamán, Davilita, Yomo Toro, Masso Rivera, Nieves Quintero y José Luis Moneró, porque ellos fueron importantes músicos y cantantes que forjaron musicalmente el Puerto Rico que hoy conocemos y que a los jóvenes se les ha negado ese derecho de conocer su cultura musical. Sus trabajos son letra muerta en los museos de Puerto Rico.
José Luis Moneró



    José Luis Moneró, nació el 6 de abril de 1921 en Juncos, Puerto Rico. Comenzó a cantar a la edad de 17 años en centros nocturnos, pero antes que eso cantaba y amenizaba fiestas. Se le llego a conocer como el “Grooner Puertorriqueño, por su cálida y romántica voz. La primera vez que José Luis Moneró canto en un centro nocturno se gano el boleto gratis para cantar en el Teatro Tapia. Cada vez que un estudioso intenta escribir la historia del bolero en América, es obligación incluir a José Luis Moneró en su estudio, porque antes que él, el bolero se cantaba al estilo cubano, lo que conocemos como bolero “moruno” siguiendo el estilo de Beny Moré. Cuando José Luis Moneró, cantó el bolero le imprimió un nuevo estilo, el “Luis Monero Style”. Cuando José Luis Moneró canto la canción “Olvídame” de Roberto Cole, el bolero adquirió otra dimensión de romanticismo.

Olvídame
Letra: de Roberto Cole
Olvídame,
yo bien sé que no puedo
volverte a tener,
aunque sé que me quieres
como a nadie has querido
y te quiero yo a ti
como a nadie querré.

Olvídame,
yo bien sé que no puedes,
no puedes quererme,
olvídame;
aléjate,
no le digas a nadie
que tú me quisiste y te adoré.

Prométeme
que aunque vivas muy lejos
siquiera mis besos recordarás,
que yo viviré
soñando con tus besos
y esos ojos que jamás besaré.
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    A la edad de 17 años un tímido niño llamado José Luis Moneró, parecía estar marcado por la suerte, pues los contratos parecían sorpresivamente suscitarse repetidamente, uno tras otro. Primero cantó en El Teatro Tapia, luego cantó en el lujoso Hotel Vanderbilt Inn, y de ahí en adelante su nombre comenzó a ganar popularidad con orquestas como la de Luis Morales, La Orquesta  Tropicana,  Pepito Torres y su inolvidables Siboney.
Como muchos de sus contemporáneos en los años 40, José Luis Moneró emigró hacia el norte para establecerse en la ciudad de Nueva York.  Allí fue estudiante de clases de trompetas con el famoso músico estadounidense Charles Collin. Tocó y cantó con leyendas como Noro Morales y José Curbelo. Hasta que un día fue reclutado por Xavier Cougat para cantar con su Orquesta.  Eran los tiempos de las grandes orquestas donde solo tocaban los buenos músicos, músicos de escuelas de música y conservatorios, pero José Luis Moneró se coló entre ellos, con solo una voz  privilegiada.
    José Luis Moneró nació con una estrella que le ilumino su paso por la vida. Él fue gran cantante pero también fue director de orquesta, y no lo hizo mal, pues sus noches en El Escambrón así lo atestiguan. Él formó parte de una página gloriosa de la historia y vida musical del Puerto Rico del ayer, que dominó tres décadas y medias de nuestro folklore nacional, desde 1940 hasta mediados de los años 60’s; tiempos en que ya Cortijo y su combo, junto con el Gran Combo de Puerto Rico eran los que dominaban los “hit parade” nacionales.    
    Su música y voz no se escuchan en la radio, y mucho menos se ve una calle o edificio dedicado a su memoria. Es injusto lo que sucede en nuestro Puerto Rico. Es injusto que olvidemos a nuestros embajadores musicales. Puerto Rico, no tiene embajadas y nuestros únicos embajadores son nuestros artistas y atletas, entonces porque somos tan canallas que ni un monumento le podemos otorgar.

Edwin Otero Otero
Ponce


Créditos:
Fundación Nacional para la Cultura Popular
Edwin Otero Otero

Editora del documento: Sra. Fany M. Avila Fereira